Familia

Un “CAN” para padres de hijos adolescentes

Todo padre de familia, algún día, tendrá que enfrentarse a un adolescente. Es inevitable. Ojalá hubiera alguna fórmula mágica para sortear esta etapa de la vida de nuestros hijos y así evitar quejas, peleas, malas caras y actitudes pesadas. Por desgracia, no hay tal y todos hemos de armarnos de valor y buenas técnicas para poder aconsejar a nuestros hijos sin ser rechazados. Comparto aquí algunos consejos…

Quiero felicitar sinceramente a aquellos padres que están unidos y en comunicación frente a los retos que les presentan sus hijos adolescentes, juntando sus fuerzas para llevar adelante su misión educadora.

Compartiré con ustedes una enseñanza de la sabiduría que ha acuñado la organización católica “Esposas Cristianas” a lo largo de los años. Ella dice que, ante los adolescentes: CAN.

Si tomamos este término en inglés: la frase “I can” significa “yo puedo”. De manera que lo primero que debemos llevar en nuestra mente y corazón es la certeza de que sí podemos lidiar con los cambios que están presentando nuestros hijos adolescentes. Frecuentemente, los padres nos sentimos impotentes, y esta sensación nos deja atados de manos sin actuar en ningún sentido.

Convenzámonos de que Dios nunca nos dará una prueba superior a nuestras fuerzas, pero si procurará sacar de nosotros lo mejor, y esto implica verdadero esfuerzo y mucha preparación.

Y también esta palabra es un acróstico, un método que nos recuerda la primera letra de tres palabras clave:

C de comprensión: Recordemos que nuestros hijos están aprendiendo a vivir. Del mismo modo que tienen cambios físicos, están experimentando cambios y crisis en el aspecto sexual, afectivo, familiar, social y religioso. Dice Carmen Christlieb que el mundo interior del adolescente es un mar agitado, en el que las olas se levantan y chocan; luego tienen un momento de calma, para volver a agitarse después.

A de amor: Este periodo en el cual no nos “nace” ser afectuosos con ellos, sino todo lo contrario, es justamente cuando más necesitan sentirse amados. Más que recriminaciones, requieren palabras de afirmación. Los padres necesitamos ser creativos para encontrar siempre el lado bueno de las cosas. Esforcémonos por hacerles comentarios positivos sobre su persona, y evitemos a toda costa ofenderlos con palabras y malos tratos. Por amor, los padres procuremos modelar para nuestros hijos la superación, y esto implica el esfuerzo sobrenatural por dejar nuestros vicios y mostrarles que el cambio para bien es posible.

N de normas: Nuestros adolescentes se sentirán perdidos si no tienen claros los valores que en casa se les quieren inculcar. Los padres debemos ser específicos respecto a las reglas que respetaremos todos. Establecer normas de convivencia es irrenunciable para el éxito en el trato con adolescentes. No se trata de regañarlos por todo, sino de darles a conocer, sin rodeos, lo que se espera de ellos. Si algo no se cumple, se determinan las consecuencias de forma que queden entendidas y aceptadas por  todos los miembros de la Familia.

Dice la palabra de Dios que quien no corrige a su hijo, no lo ama; pero es necesario hacerlo en forma prudente. San Pablo escribía a los Colosenses: “Padres, no exasperen a sus hijos, no sea que se vuelvan apocados.” (Col. 3,21).

 

Fuente: Lupita Venegas

Psicóloga

www.valoraradio.org

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